Después de capturar a uno de los delincuentes más buscados del país, el teniente Rudas recibió como premio su traslado al municipio de San Javier con la misión específica de dar captura al bandido Álvaro Salcedo, una especie de leyenda viviente de la zona. Lo que era una misión oficial se le fue convirtiendo al teniente en una obsesión y después de casi tres años dedicados a perseguir un fantasma, mientras un escueto telegrama le anunciaba que era final de la misión, el bandido Salcedo era capturado, de manera accidental. Para Rudas, encontrarse frente a frente con Salcedo fue toda una revelación y lo que podría haber sido un triunfo, lentamente se fue convirtiendo en un problema. Sin embargo, el oficial encuentra la solución que le permite conciliar su situación militar con sus problemas de conciencia; una solución totalmente inesperada y que sorprende incluso a Salcedo.